martes, 28 de enero de 2014

Epílogo.


Lo que el agua nos dejó.

Los momentos de ocio son lo mejores para hacer reflexiones. Por alguna razón, muchos pensadores eran de clases sociales privilegiadas (no tenían que hacer quehacer, limpiar pisos, fregarse las manos para ganarse el pan porque eso era algo seguro en sus vidas).
Yo no nací en cuna de plata, mucho menos de oro. Más bien era como una pedazo de madera que antaño fuese una puerta en un sitio abandonado por sus residentes originales, perteneciente a una universidad pública de la que mi madre fue estudiante. Después de mucho rodar, mi madre ahora es medio dueña de una casa en la que viví hasta mi adolescencia, digo que es medio dueña porque la otra mitad le pertenece al gobierno. 
Siendo una mujer de 21 años, he estado reflexionando las circunstancias que me hicieron dejar la casa materna, teniendo a mi cargo a un niño de 3 años, a uno o quizás dos años de terminar una carrera de bioingeniería necesito cerrar antiguos circuitos o, más bien, círculos que quedaron abiertos desde entonces. Los traumas que yo arrastre los puede cargar el más tarde, quien sabe cuando, pero si pasa puede llevarse a cabo una cadena de generacional que termina hasta que alguien ya no quiere cargar con ese peso. Suficiente fue el hecho de que cuando compartíamos la misma sangre, nutrientes y escuchábamos las mismas cosas me encontraba sumida en un pesimismo inmenso, ahogada en mi propia basura,decía que me había reconciliado con el pasado pero no era cierto. No entendía porque mientras unos se emocionaban porque había un bebé en mi vientre, otros sólo me miraron, dieron la vuelta y se fueron. Y yo me sumí en un rincón de mi propia mierda. A eso se sumaron factores como el pensar que ya no iba a estudiar, la casa con goteras de mi madre a la cual ya no regresaría, que los amigos se convirtieron poco a poco en conocidos y después en extraños que si podían hacer de sus vidas lo que se les antojara sin estar atados, que él se alejará de la ciudad por la sencilla razón de que el debía de cerrar círculos antes que se reventara la fuente, hecho que sucedió un caluroso día de septiembre.
 
Pasaron muchos meses para que yo entendiera que si quería seguir con lo que me propusiera tenía que tomar mis "desventajas" como lo que en realidad son: fortalezas. Y pasó aún más tiempo para que pudiera comprender que no tenía la "responsabilidad del bebé" sino algo más grande entre mis pequeñas manos: la vida de un futuro hombre, la vida de un niño que hoy en día es inocente, no tiene la culpa de la estupidez humana y lo más aterrador de todo: me ama. No es el único que me ama. Su padre, el otro ser que lo engendro conmigo, también lo hace, a pesar de todo lo que sabe que he hecho y que le he hecho, porque lo llegue a repudiar muchísimo porque pensaba que gracias a él mi vida se había hecho miserable cuando en realidad lo único que hizo fue sacarme de mi rincón de oscuridad (es difícil que de buenas a primeras llegue alguien a decirte que la estas cagando)

En las últimas vacaciones, que son mis momentos de ocio, he decidido enfrentarme con mis miedos. En el verano pasado trabajé en una maquiladora por varias razones: me quedaba cerca, el mísero sueldo alcanzaría para pagar mi reinscripción, el horario era el mismo de la guardería y además quería saber que se sentiría conocer ese ambiente, lo que en realidad es. Conocer a la gente que trabaja de pie al menos 10 horas diarias para mantener tres hijos con tan poca paga sin estar juzgando como lo solía hacer antes, escribir para juzgar. Que tontería. 
Ah, ya que estoy tocando ese tema tan escabroso, quisiera pedir una disculpa a toda la gente que expuse en este blog, no diré nombres ya pero son madres y padres de familia, hermanas de amigas, antiguos ex novios, compañeros de secundaria y gente que no conocía. Eran las palabras de una pendeja que no sabía lo que decía o pensaba. También por meterme en la vida de un peculiar personaje, no se si lea esto, pero discúlpame, no era mi intención hacerte sentir de esa manera. Perdón. Espero que todos hayan hecho algo bueno con sus vidas, y si no, aún hay tiempo, hasta que la muerte llegue a darnos un beso y a llevarnos a un sitio del cual no hay retorno. 

Y en estas vacaciones cerré mucho círculos en poco tiempo, me tope con el blog y lo estuve pensando mucho, no me importa que nadie lo lea. Pero si lo hacen.... si lo hacen espero que reflexionen. 


Porque a fin de cuentas es mi vida, no una historia barata ni un cuento chino. Y estoy muy ocupada, tengo que cuidar un regalo que tiene un precio.

Siendo el cordero y a la vez el león, como todos ustedes, tomaré mi camino y si miro hacía atrás será para no cometer las mismas burradas que antes. 

Nos vemos. 

AriCat   
 

No hay comentarios: